lunes, 25 de junio de 2018

ESTAS, MIS CORTAS LETRAS EN TUS MANOS

Este poema está inspirado en una historia real.
La historia de dos amores que se conocieron en el tren en el año 1968. Ella volvía a su tierra andaluza de su visita médica en Barcelona para tratarse de su grave enfermedad. Él un joven y apuesto guardia civil que iba de permiso a visitar a su familia. El flechazo fue instantáneo, pero la vida estaba ocupada y no pudo atender sus planes de futuro juntos.

Estas, mis cortas letras en tus manos.

En el tren de la Vida                                          
dos instantes fugaces se cruzaron
lo suficientemente intensos como para
perdurar eternamente.

Pero la Vida estaba ocupada
y demoró la tarea de escribir sus historias.

Él le escribió cartas que ella no contestó,
a ella las fuerzas la abandonaban y
su luz se apagaba.

La Vida estaba ocupada,
su amor quedó en unas pocas palabras
y una radio dejada
en la cama de un hospital.

Qué nadie la toque, pidió ella.
Yo quisiera entregársela.
Y si ello no pudiera…

Un amor atravesó las barreras del tiempo.
Y voló hasta lo alto de las nubes para decir adiós
a aquel país que lo envolvió.
allí quedo también, envuelta en neblinas,
la emoción de lo que pudo ser y no fue,
o de lo que fue y no pudo ser.
quién sabe…
Sus recuerdos eran ya lejanos y difusos
como aquella tierra que contemplaba.

Amor claro y puro como la luz de la mañana.
Quizás su corazón dejara de latir,
pero ese instante perdurará
para en otra poesía seguir adelante.

La Vida, ya desocupada, vuelve a escribir.
En esta nueva eternidad,
otro tren surca las vías
y dos nuevos instantes retoman la historia
allí donde los dejó.

No hay muerte en el amor,
allí donde simuló perecer,
Simplemente, paró para tomar aliento.

Dedicada a mi tía, Fuensanta López.